HGP 3: La revolución de independencia
Desde el siglo XVI hasta cumplida la segunda década del siglo XIX el Perú fue parte de los extensos dominios españoles en el continente americano. Ha sido motivo de debate si estas posesiones fueron tratadas por España como “reinos” (partes) de una monarquía mayor, o si lo fueron como colonias o “factorías” sometidas a un país principal o “metrópoli”. Los defensores de la primera posición dicen que el nombre apropiado para denominar al periodo que sucedió a la conquista española es el de “Virreinato” y que los peruanos siempre tuvieron márgenes de autonomía para mantener sus prerrogativas [privilegios] y singularidades frente al centro del Imperio, aplicando el dicho de “se acata, pero no se cumple”. Los defensores de la segunda idea consideran que después de la Conquista vino la “Colonia”, que limitó cualquier maniobra que pudiesen hacer las clases dirigentes y más aún las clases subalternas [inferiores].
La historiografía criolla dominante desde los mediados del siglo XIX, presentó al periodo colonial como una era oscura y de opresión, en la que los peruanos fueron larga y ominosamente oprimidos, como reza la letra del himno nacional. De este modo, la independencia apareció como un momento de “liberación nacional”. Los peruanos “recuperábamos” nuestra independencia, después de trescientos años.
Esta concepción contiene, no obstante, varios puntos polémicos. Por un lado, supone que el Perú ya existía antes de la llegada de los españoles, así como que también ya existían los “peruanos”. No era así, ciertamente. Cuando llegaron los conquistadores españoles, lo que existía era un imperio Inca, dividido, y sus habitantes no eran “peruanos”, salvo en el amplio sentido de habitar un territorio sobre el que mucho tiempo más tarde se erigiría un país con el nombre de Perú. Pero nadie en el siglo XVI podía imaginar tal cosa. Se trataba de un conjunto de grupos étnicos diversos, con relaciones a veces conflictivas entre ellos.
Segundo, dicha concepción insinúa que quienes se emanciparon [independizaron] en 1821 del dominio español, fueron los descendientes de la raza conquistada tres siglos atrás. Ello no es exacto, ya que quienes rompieron el lazo con la “madre patria” [España] fueron principalmente los colonos españoles y sus descendientes en el país: criollos y mestizos, y no la raza indígena, que continuó sujeta, y en algunos casos, al margen de los grandes cambios políticos.
El país que se emancipó en 1821 era muy distinto del que fue conquistado por los españoles en el siglo XVI. Fue un país que en buena cuenta habíase formado durante los siglos coloniales. La “herencia colonial” no sólo se hallaba presente entre la elite criolla, sino también entre la población indígena, cuya organización y cultura había sido alterada profundamente durante el dominio hispano.
[…] El Perú era conocido como el centro de las posesiones más antiguas de la monarquía española en Sudamérica, y por lo mismo, su elite dirigente era más conservadora y estaba más ligada a Madrid. Este carácter se hallaba reforzado por las hondas diferencias sociales y raciales presentes dentro de la población del virreinato peruano, las que eran mayores que en otras de Sudamérica. La minoría criolla (sólo uno de cada ocho habitantes era de raza “española” a finales del siglo XVIII) percibía, probablemente con cierta exageración derivada de experiencias como la rebelión de Túpac Amaru II, que su condición de clase propietaria y por lo mismo privilegiada, dentro del reino, descansaba en el imperio de la monarquía peninsular [española]. En su estudio sobre las revoluciones hispanoamericanas, John Lynch llamó al virreinato peruano, la república “mal dispuesta”, por su renuencia [resistencia] a sumarse al proceso que entre 1810 y 1825 casi terminó por completo con el imperio español en América.
Otras interpretaciones de la independencia americana (como la del historiador franco-español François Xavier Guerra) consideran que ella fue parte de lo que podríamos llamar “la revolución española” (especie de secuela de la más conocida Revolución Francesa), iniciada en 1808 con la reacción a la invasión napoleónica, y concluida en 1823 con la restauración del absolutismo. Esta revolución levantó ideas como el derecho al autogobierno y la soberanía popular, y fomentó el nacionalismo. La propia España habría dado las ideas, la oportunidad (con las juntas de gobierno) e incluso los líderes (la mayor parte de los caudillos [líderes] militares hispanoamericanos se formaron en España en la guerra contra los franceses) para la independencia de sus dominios.
Estas dos interpretaciones no se contraponen necesariamente. Más aún señalan que es necesario considerar a la independencia del Perú no sólo como un proceso local, sino como parte de un proceso continental e inclusive mundial, y es dentro de su marco que resulta comprensible. Esto no opaca sus causas regionales, las batallas militares que definieron a quién pertenecía el territorio, ni el heroísmo de sus protagonistas.
Contreras, C. y Cueto, M. Historia del Perú contemporáneo. Desde las luchas por la Independencia hasta el presente. Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 2010. pp. 39-44.
Imagen: Juan Lepiani (1904), tomada de: MNAAHP
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Actividades
Luego de leer el texto respondan las siguientes preguntas.
1. ¿Qué diferencias existen entre el tratamiento de “virreinato” o “colonia” para las posesiones hispanas en América? ¿Cuál consideras que se ajusta más al Perú?
2. “Los peruanos recuperamos nuestra independencia después de trescientos años”, ¿concuerdas con esta afirmación? Argumenta tu posición.
3. ¿Qué diferenciaba al Perú con relación a otros virreinatos americanos?, ¿influenció en nuestra independencia? ¿De qué manera?
4. ¿Por qué se dice que el Perú era una república “mal dispuesta”?
5. ¿Consideras que la independencia del Perú puede ser vista como parte de un proceso continental? ¿Por qué?
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